Cuando hablamos de producción de cultivos extensivos, los fungicidas toman aun si cabe más protagonismo.
Por lo general, los fungicidas son de amplio espectro, aunque en función de cada materia activa se controlan mejor unas enfermedades que otras siendo la principal diferencia entre fungicidas el método de acción.
Así, al hablar de fungicidas, podemos dividirlos en los que son de contacto y los sistémicos.
Los primeros son aquellos que se quedan en el exterior de la planta recubriendo las hojas. Son preventivos ya que evitan que las esporas de los hongos germinen y penetren en las células del cultivo. Su principal problema es que, al estar encima de las hojas, solo actúan donde cae la gota de fungicida.
Los fungicidas sistémicos son absorbidos por la planta a través de las estomas de las hojas o por las raíces. Mediante el sistema límbico se reparten los compuestos activos de estos fungicidas por toda la planta, hasta llegar a tallos y hojas.
Este tipo de fungicidas sistémicos están pensados para tratar en el momento que se observan los primeros síntomas de enfermedad en la planta o se detecta que las condiciones van a favorecer su propagación. A través de la planta pasan al hongo produciéndole daños bioquímicos que lo acaban matando, además, una vez que accede a la planta permanece en ella un largo periodo de tiempo.
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